Where the heck is my mind? |Libre

Para bien o para mal, no solía frecuentar ese tipo de lugares, pero esta vez era por causas de fuerza mayor.
Uno de los objetivos de mi última misión había fallecido supuestamente, y no entre mis manos, por causas extrañas. Solo quería ir a echar un vistazo, cerciorarme de que era verdad que había fallecido, que su cuerpo se encontraba bajo una de aquellas frías lápidas de mármol y si hacía falta levantar todas aquellas losas en busca del cuerpo de aquel tipo. Si fuera necesario, lo haría, tenía todo el tiempo del mundo para esto, solo tendría que armarme con un poquito de paciencia.
Busqué su nombre entre las hileras de cruces y ángeles que adornaban cada tumba pensando que no daría con él, pero justo antes de hacerlo, pude ver que no me encontraba allí sola. Unas filas más allá de donde me encontraba había una chiquilla sentada por allí como si fuera a pasar simplemente el rato en lugar de visitar a algún difunto ¿acaso era a lo que se dedicaba la juventud de hoy en día?
-¿Es a eso a lo que se llama descansar en paz? -pregunté avanzando hacia la muchacha sin dejar muy claro si lo decía por aquella parada que había hecho sentándose allí mismo o por estar tal vez molestando el descanso de los difuntos. Tenía que averiguar si iba a quedarse mucho más tiempo allí y de ser así, ayudarla a tomar la decisión de que sería mejor estar en cualquier otro lugar que no en este pues estaba entorpeciendo mi labor, no podría actuar con ella allí presente. Mi tiempo era demasiado valioso como para andar perdiéndolo de esa forma.

Off: Perdón por haberme tardado ;-;

A veces me sentía mortal y otras como un Dios. Aunque recuerdo todas las cosas que hice, aquellas cosas que pasaron cuando me envenenaron el cuerpo con un hechizo. Gracias a un tipo con arco me salvé. Quien lo diria que una flecha podría ayudarme a abrir los ojos? A veces visitaba el cementerio, mirando las familias que estaban llorando por sus amigos o hermanos, personas buenas e inocentes muertas por culpa de un Dios; Por mi.

Lo minimo que podía hacer era eso, visitar algunos. Prefiero ir casi de noche, el motivo? No quiero que piensen que espío a nadie. Y cuando me preguntan a quien visito siempre digo lo mismo, a mi padre. Era cierto que echo de menos a Zeus, pero tambien que el vuelve a tener su reinado bajo control. Pero aquí abajo las personas eran tan debiles... se rompian por nada, incluso algunas tienen miedo del dolor. El dolor era lo mejor de la vida, te hacía sentir vivo. La gente prefiere utilizar la excusa de la vida y la muerte para divertirse. Algunos creen que solo se vive una vez. Ingenuos... si matan en esta vida... creen que serán felices en la siguiente?

Intento esquivar a todo tipo de personas, viendo a lo lejos una mujer con una niña. Lo último que quiero es asustarlas. Un tipo como yo no pasa desapercivido. Solo quiero sentirme mejor, aunque nunca lo podré conseguir. Vivir toda la eternidad con este peso... eso si era dolor. Ni siquiera ayudando a Atlas me sentí tan agoviado.

Solía frecuentar muy poco este lugar por los malos recuerdos que me traían al visitarlo cuando era infante, al lado de mi padre, mientras el me cogía de la mano y mirábamos juntos la tumba de mi difunta madre.

- Tu madre quiso que te diéramos al proyecto...- sus palabras aparecieron como agujas cortantes en mi garganta y mis ojos se empaparon. -por eso siempre estas encerrada. ¿Lo entiendes ahora, vil?
- Sí, papá.

Me golpee con mi mano a mi cabeza, intentando borrar esas voces de mis recuerdos. ¿Por qué siempre oía al desgraciado ese cada vez que pisaba este lugar? No quería volver a recordar ese momento en el que me tuvo más de un año en coma.. y, encima de todo, era de su sangre.
Me quite las lágrimas que empapaban mis ojos y pensé que ese hombre no tenía derecho a mis frías y oscuras lágrimas.

Camine por el lugar oscuro y lleno de neblina. Las lápidas a mis laterales pasaban rápidamente por mis pasos rápidos y sonoros por mis altos tacones negros, a conjunto de mi vestido negro ceñido hasta mis rodillas. Era un vestido incómodo pero el único que tenía recuerdo de cuando era una modelo internacional y conocida... ahora solo era "Vilphinia Dhant, la dama del fuego"; aunque mi actual nombre falsificado era Virginie Carrison, una joven estudiante de medicina. Si, ese era mi supuesto yo.. una joven tranquila y dulce.

Llegué al centro del cementerio y, en el, una gran estatua de un ángel cayendo del cielo. La observé de reojo y sonreí de lado. "Así me siento yo...", pensé unos segundos para después ir hacía la derecha del lugar, pasando por otro pasillo lleno de lápidas.
Me puse frente a una lápida que había al lado de otras tumbas más. Era una parcela donde la rodeaba unas vayas de hierro oxidado donde había un cartel donde ponía: "Carrison". La familia de mi madre.. y ahora la tenía delante, dentro de la tumba blanca de mármol con ese ángel de escultura y esa cruz dorada en la tumba. Me puse frente a ella, de rodillas, y sonreí de lado. Cruce mis brazos encima de la tumba de mármol y escondí mi cara en mis brazos. Mis ojos amenazaban con lágrimas, mi cuerpo temblaba.. mi madre era la única que me hacía llorar.

- Hola, mamá, hoy vine a visitarte. Hacía tiempo que no me pasaba por aquí... -Comencé a decir, con una voz tenue y temblorosa por la tristeza.- lo siento, pero tengo muchos asuntos del gobierno que resolver. Pero, bueno, espero que estés bien por el cielo y que seas un bonito ángel que cuide de mi, aunque.. ¿quién va a cuidar de esta monstruo como yo? -Suspiré, alzando mi cabeza y mirando al cielo. Las lágrimas caían por mis mejillas.- De nuevo, el puto proyecto en el que papá me sometió me esta afectando.. y creo que el corazón esta a punto de explotarme perro bueno.. al menos te tengo a ti, ¿no?

Enarqué una ceja al escuchar a la muchacha. Le echaba valor soltando aquellas palabras por su boca, aunque en el fondo tenía razón, con la muerte todo acababa y en el caso de que no fuera así había otras muchas formas peores de molestar a los muertos que sentándose sobre sus tumbas.
Había algo en la mirada y en el conjunto de la expresión del rostro de la muchacha que la envolvían en un aura de enigma un tanto difícil de descifrar, era complicado intuir que se le estaba pasando por la cabeza en esos momentos, pero estaba claro que no se encontraba visitando a nadie.

Lo que sí pude comprobar era que yo había bajado la guardia ¡y de qué manera! Cuando me quise dar cuenta había más gente por los alrededores. Un hombre bastante corpulento se encontraba unas tumbas más allá y a lo lejos, otra chiquilla parecía llorar la tumba de alguien
-¿Es que todos se han propuesto venir esta misma noche y a la misma hora al cementerio? –pregunté más para mí misma. Suspiré con resignación, estaba claro que hoy no podría seguir con mi búsqueda, debería dejarlo para otro día. Solo esperaba que ninguno de los presentes me diera algún problema innecesario.

Off: ¡PERDÓN!, por tardarme tanto ;-;

Si, mi madre era la única que me podía hacer llorar y, aun así, poder hacer que mis ánimos floreciesen solos como una flor de loto. Mire la tumba, con esa sonrisa de oreja a oreja y mis mejillas empapadas de mis lágrimas. No, ya había dejado la primera fase: la tristeza. Ahora iba por la segunda fase, la que me parecía más digna de mi: la aceptación.
Pase mi rostro por mi alrededor, pues note como alguien me miraba. Un hombre de aspectos desaliñados paseaban detrás mio y solo lo mire, con una mirada asesina. No necesitaba que alguien me mirase con compasión, no, no quería dar pena... quería llorar sola.
Gire mi cabeza hacía el otro lado y observé como dos mujeres, una más menor que otra, hablaban entre ellas. La pequeña, una niña, me miro con una leve sonrisa y yo la volví a mirar con esa mirada fulminante y asesina, la misma que le había echado al hombre. Esa mirada que decía: "quiero estar sola, cabrón".

Volví mi cabeza hacía la tumba de mi madre y, sin levantarme del suelo, acaricié la tumba fría de mármol, pasando mi mano por la cruz dorada. Di un largo suspiro y sonreí, de manera fría y seria.. solo por sonreír.

- Si vieses lo que he conseguido ya. -Murmuré, como si le estuviese hablando a alguien y,si, le estaba hablando al espíritu de mi madre, cual veía sentada en esa tumba, frente a mi, con una sonrisa y con una de sus manos acariciando mi rostro.- He conseguido información del proyecto que tengo en mi sangre... es un proyecto que si no se sigue, matara a la persona.. y creo que me voy muriendo ya por dentro. -Tragué saliva. La garganta me volvía a doler y mi corazón volvía a dar esos pinchazos insoportables que no me dejaban vivir pero, aun así, me mantenía inmóvil ante la tumba.- Antes de morir, quiero saciar mi venganza ante esta mierda de país.